Los fitobióticos son productos derivados de vegetales utilizados como aditivos en la alimentación de animales de granja y como medicamentos naturales en el tratamiento y prevención de enfermedades en humanos y animales. Este término engloba una amplia gama de productos, como harinas, extractos, oleorresinas y aceites esenciales, que se añaden al alimento balanceado de los animales para mejorar su rendimiento productivo y la calidad de los productos derivados (Mohsen & In Ho Kim, 2017).
Dentro de los fitobióticos, se encuentran los aceites esenciales, sustancias aromáticas que contienen componentes volátiles responsables de los olores y sabores característicos de las plantas. Estos aceites se obtienen por destilación al vapor de diversas fuentes vegetales, como flores, semillas, frutos y raíces. La composición de los compuestos activos en los aceites esenciales es diversa, incluyendo principalmente monoterpenos y sesquiterpenos, además de otros compuestos como fenoles y alcoholes (Bakkali et al., 2008; Calsamiglia et al., 2007; Prabuseenivasan et al., 2006).
El efecto beneficioso de los fitobióticos depende de los compuestos activos presentes en ellos, que varían según el tipo de planta, la parte utilizada (semilla, raíz, hojas, flores), así como factores geográficos y ambientales. Se ha observado que los fitobióticos actúan como promotores de crecimiento, poseen actividad antimicrobiana, antifúngica, antiinflamatoria y antioxidante (Rozbeh et al., 2013; Cross et al., 2007).
Además, se ha notado un aumento en la ingesta de alimentos y las secreciones digestivas en animales que consumen alimentos suplementados con fitobióticos. El uso de fitobióticos en aves de corral, por ejemplo, ha demostrado mejorar parámetros de producción como el peso corporal, la ingesta de alimento y la conversión alimenticia (Windisch y Kroismayr, 2006).
En respuesta al creciente problema de resistencia bacteriana y la demanda de productos cárnicos criados con menos sustancias químicas sintéticas, se ha explorado el uso de aceites esenciales en animales de producción. Estudios han demostrado que aceites esenciales como el de orégano y jengibre deshidratado pueden tener efectos beneficiosos similares a los antibióticos promotores del crecimiento en pollos de engorde. Además, se ha observado mejoras en la digestibilidad de nutrientes y la salud intestinal de los animales (Shiva et al., 2012; Betancourt et al., 2012).