Antibióticos y Alternativas: Impacto en su Salud
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ANTIBIÓTICOS, FITOBIÓTICOS, PREBIÓTICOS Y PROBIÓTICOS: APRENDA CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS Y CÓMO PUEDEN AFECTAR O MEJORAR SU SALUD.

Con frecuencia empezamos a usar estos términos que hemos codificado como “algo bueno”, pero no sabemos cómo, cuándo, dónde o para qué sirven exactamente.

En general, son compuestos que siempre han estado presentes en nuestros alimentos frescos, ya sean de origen animal o vegetal, incluso en estado deshidratado o seco. En los alimentos procesados o industrializados, pueden estar solo si se adicionan con un fin técnico, especialmente si se trata de lograr una mejora en la calidad nutricional.

De todos estos ingredientes alimentarios con actividad biológica que el ser humano necesita recibir a través de los alimentos, que funcionan no precisamente como nutrientes o aportando calorías y quizás no sean indispensables para la vida, los menos deseables son los antibióticos. Son moléculas usadas con fines terapéuticos, es decir, son el recurso que nos ofrece la industria farmacéutica y la medicina, para combatir enfermedades causadas por agentes infecciosos vivos como las bacterias. También se utilizan en las plantas de producción de alimentos de origen animal, como carnes, huevos, leche, cuando los animales se enferman y han necesitado un tratamiento como parte del bienestar animal que debe garantizar la industria pecuaria; muchas de estas moléculas de antibióticos permanecen en el alimento después de cocinado y al momento de consumirlos (Liu, Steele, & Meng, 2017).

Pero, ¿cuál es el verdadero impacto de estos residuos de antibióticos en la alimentación y la salud humana? No se ha podido cuantificar la responsabilidad de la industria alimentaria en el hecho de que los antibióticos sean cada vez menos efectivos en el tratamiento de enfermedades en los seres humanos. Sin embargo, existe una alerta mundial sobre el uso indiscriminado de estos y la pérdida de su efecto bactericida, por los mecanismos de adaptación que desarrollan las bacterias, resistiendo a su “ataque”, permitiendo su sobrevivencia y su capacidad de enfermar a humanos y/o animales.

En respuesta a esa alerta mundial acerca de la demostrada resistencia de las bacterias malas a los antibióticos, es que empiezan a aparecer al menos tres tipos de moléculas con funciones pre, pro y fitobióticas que son las diferentes formas de controlar las bacterias malas y aumentar las bacterias buenas que benefician el sistema inmune de humanos y animales.

Un prebiótico es una forma de fibra dietaria; del grupo de fibras solubles, tiene la capacidad de formar geles, como la consistencia “babosa” que adquieren, por ejemplo, la avena, linaza o las semillas de chía cuando se dejan en remojo en agua caliente. Estas fibras generalmente se encuentran en frutas, verduras y cereales enteros o integrales. Aumentar la cantidad de fibra dietaria con función prebiótica en la alimentación es uno de los beneficios de consumir 5 porciones diarias de alimentos frescos – frutas y verduras – y de preferir arroz y pasta integrales, y panes de varios granos especialmente con avena, centeno, linaza, chía y diferentes semillas. El prefijo “pre” significa que esta fibra funciona como precursor para la formación de microbiota, es decir, la población de bacterias benéficas que se fija en el intestino y ayudan a mejorar la respuesta del sistema inmune (Corzo, y otros, 2015).

Los probióticos son esas poblaciones de bacterias identificadas que se ingieren a través de alimentos o suplementos nutricéuticos, a las que se les ha podido estudiar y medir sus efectos sobre la salud intestinal tanto en humanos como en animales de producción (Gao, y otros, 2017) (Granato, y otros, 2019), componente fundamental de la microbiota. Se alimentan principalmente de fibras prebióticas; estas poblaciones de bacterias son diferentes en cada persona dependiendo de su entorno, su alimentación, incluso se han descrito algunos en la leche materna siendo las primeras bacterias que colonizan un intestino estéril como el de los bebés. Estudios clínicos han demostrado, por ejemplo, que cambios en la composición de grasas de la leche materna están asociados a variaciones en el microbioma de la madre (Browne, y otros, 2019). Otras condiciones como mala calidad de sueño y desórdenes de alimentación, están asociados a dietas bajas en fibra que reducen la diversidad de bacterias buenas en el intestino (Barret, y otros, 2018).

Por último, los fitobióticos, son los antibióticos de origen natural; extraídos de plantas aromáticas y que tienen propiedades bactericidas similares a las de los medicamentos (Michiels, 2009). Por técnicas de laboratorio se extraen en forma de aceites esenciales principalmente de especies ampliamente utilizadas en la cocina como condimentos. Quien no recuerda el típico sabor a clavo utilizado en odontología, por ejemplo, o el agua de canela y arroz tostado para tratar una deshidratación por diarrea en un niño. Hoy la ciencia ha podido describir esos compuestos que utilizados en dosis mayores a las que podemos obtener de una preparación casera, disminuyen los días de enfermedad en animales y mejoran la capacidad de respuesta de su sistema inmune defendiéndose mejor de las bacterias “malas”. Pero quizás el efecto más deseable de los fitobióticos en las proteínas de origen animal que se producen en granjas industriales, es que su presencia en el alimento preparado listo para consumir, también es un beneficio para quien lo consume (Chouhan, Sharma, & Guleria, 2017), en cambio el residuo de antibiótico no.

En conclusión, los ANTIbióticos pueden y DEBEN ser reemplazados por PRE, PRO Y FITObióticos, permitiendo mejorar la respuesta inmune de organismos humanos y animales al mismo tiempo que matar o disminuir la cantidad de bacterias que los atacan. Estos microorganismos se adaptan a ambientes hostiles para ellos, haciéndose resistentes y disminuyendo la eficacia de tratamientos médicos, mientras que el sistema inmune tiene formas más complejas de responder a las enfermedades causadas por las bacterias e incluso entrar en estado crítico antes que defenderse de un ataque bacteriano cuando no lo hemos nutrido y estimulado de una forma óptima.

Para ampliar esta información o hacer consultas especializadas, consulte www.alimentacionfuncional.net.

Autor: Pilar Serrano, Nutricionista experta en Alimentación Funcional, consultora Promitec

Referencias

  • Barret, H. L., Gómez-Arango, L. E., Wikinson, S. A., McIntyre, H. D., Callaway, L. K., Morrison, M., & Nitert, M. D. (2018). A vegetarian diet is a major determinant of gut microbiota composition in early pregnancy. Nutrients.
  • Browne, P. D., Aparicio, M., Alba, C., Hechler, C., Beijers, R., Rodriguez, J. M., . . . de Weerth, C. (2019). Human milk microbiome and maternal postnatal psychosocial distress. Frontiers in Microbiology.
  • Chouhan, S., Sharma, K., & Guleria, S. (2017). Antimicrobial activity of some essential oils – Present status and future perspectives. Medicines.
  • Corzo, N., Alonso, J. L., Azpiroz, F., Calvo, M. A., Cirici, M., Leis, R., . . . Clemente, A. (2015). Prebióticos; concepto, propiedades y efectos benéficos. Nutrición Hospitalaria.
  • Gao, P., Ma, C., Sun, Z., Wang, L., Huang, S., Su, X., . . . Zhang, H. (2017). Feed-additive probiotics accelerate yet antibiotics delay intestinal microbiota maturation in broiler chicken. Microbiome.
  • Granato, D., Barba, F. J., Kovacevic, D. B., Lorenzo, J. M., Cruz, A. G., & Putnik, P. (2019). Functional Food: Product, Development, Technological Trends, Efficacy Testing, and Safety. Annual Review of Food Science and Technology.
  • Liu, X., Steele, J. C., & Meng, X.-Z. (2017). Usage, residue, and human health risk of antibiotics in Chinese aquaculture: A review. Environmental Pollution, 1-9.
  • Michiels, J. (2009). Effect of Essential Oils on Gut Bacteria and Functionality in the Pig. Belgium.
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